Esta Asociación había programado un viaje cultural a la hermosa villa de Aranjuez, y a la Imperial Toledo. La respuesta por parte de los socios, podemos decir que fue inmediata, dado que un mes antes de la fecha las plazas previstas quedaban completadas.
Madrugábamos para sacar provecho al día; todavía al alba nos deteníamos en Villaquejida, para ayudar al cuerpo a sobrellevar lo que suponíamos nos esperaba. Después de otras dos horas de viaje, realizamos otra parada a la altura de Villalba y ya, sobre el mediodía, llegábamos a Aranjuez. Puesto que la visitas, tanto al Palacio Real como al Museo de Las Falúas, se iba a realizar a partir de las cuatro de la tarde, los componentes del viaje (55 personas) pasearon y disfrutaron de los hermosos rincones que tiene, tanto el Palacio, como la Villa, para seguidamente, disfrutar de los sabrosos menús de la tierra, entre los que destacan los espárragos.
Llegada la hora de la visita al Palacio, y acompañados de un guía, hicimos el recorrido por su interior. ¡Qué decir de lo que contemplábamos! Hay que destacar la habitación de la Reina Isabel II y su rincón donde se reunía con sus íntimos a fumar, todo de decoración de origen Musulmana: una autentica maravilla. Además, multitud de cuadros, muebles, lámparas, relojes, y tapices, todo de un valor incalculable. Acabada la visita al Palacio, y con el tiempo justo, llegamos a visitar el Museo de las Falúas. Impresiona comprobar la ostentosidad de los reinantes de aquella época y, en particular, Felipe II, pues el lujo de las diferentes Falúas te lo dejaba claro con solo una primera impresión.
De aquí ya nos dirigimos hacia Toledo, para dormir, y también, como reza el dicho (DISFRUTAR DE UNA NOCHE TOLEDANA).
Ya descansados, iniciamos la visita prevista a la ciudad de Toledo; primero la haríamos en autocar por los alrededores y con el río Tajo siempre a nuestros pies. El paisaje, como los monumentos que se ven desde esta parte son impresionantes. Dejamos el autobús, y acompañados por Almudena, guía contratada para la visita, nos desplazamos por los rincones y lugares que se suelen visitar durante mas tres horas, ayudándonos a saber algo mas de esta hermosa ciudad. Después repondríamos fuerzas, donde algunos disfrutaron comiendo el plato favorito de la tierra, la perdiz.
Ya de regreso, todavía tuvimos tiempo para visitar la localidad de Arévalo, en la que destaca su gran cantidad de Iglesias y el castillo.
Por último, parada obligatoria en Villaquejida y de aquí hasta casa, con la satisfacción de haber disfrutado de dos días que tardaremos en olvidar.
La asociación desea destacar el buen comportamiento de todos los que participaron, lo cual contribuyo a que todo saliera según la programación prevista.